¡Acoger a un au pair vale la pena de verdad!

Al principio, la estancia no fue fácil para ninguno. Sin embargo, Carmen y su familia se encariñaron mucho con Anna, su au pair austriaca. Desde entonces, ya han acogido a otros tres au pairs en su casa de Madrid, España

Palacio de Cibeles en Madrid

Nos gustaría compartir nuestra experiencia con todos vosotros, porque creemos que os puede ayudar a la hora de decidiros a tener una au pair en vuestra casa.

Somos una familia numerosa española, vivimos en Majadahonda (Madrid) y tenemos 4 hijos de todas las edades (desde los 6 años a los 20). Lógicamente nosotros necesitábamos ayuda fundamentalmente con las dos pequeñas (6 y 9 años) y con Andrés (12) ocasionalmente.

La adaptación nos costó mucho

Anna llegó a nuestra casa un 14 de septiembre de 2010 desde un pequeño pueblo austriaco. Al principio, a todos nos costó mucho la adaptación, sobre todo a ella, y por rebote a toda la familia, pues ella no acababa de estar del todo a gusto y eso se notaba mucho al principio, a pesar de nuestros muchos intentos por acogerla como una más en nuestra familia.

El cambio más grande: los horarios españoles

El mayor cambio que notó ella al llegar a España, aparte del idioma, fueron los horarios. Nosotros vamos con un par de horas de retraso a cómo funciona el resto de Europa: nos levantamos más tarde, las comidas son más tarde, nos acostamos más tarde... y esto fue quizás al principio lo que a ella más le costó.

Necesitábamos que se ocupara de todos los asuntos de las niñas

La ayuda que necesitábamos era por las mañanas para levantar a las niñas (1 hora solo) y por las tardes (la tarde completa hasta que se acostaban las niñas) para recogerlas del colegio, llevarlas a las actividades extraescolares, recogerlas, hacer los deberes con ellas, prepararlas los baños, las cenas y charlar un rato con todos en inglés.

El ritmo también le costó un poco cogerlo, pues no cabe duda de que ellas vienen también a prestar un servicio a las familias a cambio del alojamiento, la manutención y un dinero a la semana para sus gastos. Pero esto al principio a Anna la costó un pelín asumirlo o al menos de la manera en que lo necesitabamos, con su horario estricto de salida del colegio y los horarios de las actividades extraescolares, sus horas de cenas, que los deberes las diera tiempo a hacerlos. Al principio se la hacía todo un mundo, demasiadas cosas, responsabilidades, horarios muy estrictos...

Empezó a hacer amigos

Una vez pasados los primeros meses, ella empezó a hacer amigos, a salir a sus clases de español todas las mañanas, a conocer Madrid, a estar a gusto. Porque al principio no salía apenas, y casi no iba ni a clase de español, estaba desmotivada, no encontraba "su sitio" en nuestro país. Estuvo a punto de volverse a Austria, pero al volver de las Navidades, que estuvo en Austria a ver a su familia, volvió ya con otra actitud diferente y todo empezó a ir "sobre ruedas".

Comenzó una nueva etapa

Desde enero comenzó una "nueva etapa" en nuestras vidas. Anna se mostraba parte de la familia, se involucró en la atención de las niñas completamente y eso hizo que nuestra familia se enriqueciera profundamente con ella, con su "trocito de Austria", con su cariño y dedicación a las niñas, con su punto de vista sobre nuestro país, sobre nuestra forma de vida. Anna se fue el 23 de mayo de 2010 a su país, lloramos todos al despedirse de nosotros y ella se fue también llorando...

Las niñas estaban deseando volver a abrazarla

Se quedó unos días más de lo que ella tenía previsto para poder estar en la 1ª Comunión de nuestra hija Raquel, y nos aportó tanto y ella se llevó tanto nuestro que podemos decir con seguridad rotunda que un pequeño trozo de nuestro corazón está en Austria y estamos seguros de que ella lleva un pequeño trozo de España en el suyo. Hace exactamente 15 días vino a vernos con su novio después de un año y pasó con nosotros un par de días. Fue maravilloso verla tan feliz, poder comentar con ella nuestra experiencia mutua tan buena, recordar cosas de cuando estuvo con nosotros y poder conocer a su novio. Las niñas estaban deseando abrazarla.

Vinieron tres au pairs más

La experiencia fue tan buena que luego tuvimos a Rachel, de Inglaterra; luego a Lili, de China, y ahora tenemos a Gudrum, de Islandia, y ojalá podamos seguir enriqueciendo nuestra familia con este proyecto de tener au pair en casa durante mucho tiempo porque es una experiencia muy enriquecedora que la recomiendo a todos los que se lo estén planteando. Esperamos haberos ayudado y animado porque ¡¡¡VALE LA PENA!!!